En la lucha por la vida, no es el crítico el quien cuenta; ni aquel que señala con el dedo al hombre fuerte o débil en el momento que tropieza; ni aquel que dice en que cuestiones el que hace las cosas hubiera podido hacerlas mejor.
El mérito recae en el hombre que se haya en la arena, cuyo rostro tiene manchado de polvo y sudor; el que lucha con valentía; el que se equivoca una y otra vez, porque no hay esfuerzo, sin error y sin limitaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario